➤ La literatura nicaragüense es quizás uno de los ámbitos con más envergadura en el campo artístico del país.
Con el precedente del mestizaje y la fusión de diversas corrientes culturales de las tribus prehispánicas que habitaban previo a la conquista de la Corona Española, podemos decir que esta es un variopinto de culturas de las tribus de ascendencia nahualt, maya y chorotega; mayagnas, sumus y mískito, de acuerdo al registro de flujos migratorios entre las dos masas continentales de América del Norte y América del sur, además de la influencia de los conquistadores del viejo mundo, también estuvo presente la adhesión de los esclavos traídos de África que aportaron a este aspecto, cabe destacar esto por una sencilla razón, Nicaragua tiene siglos produciendo literatura, para lo cual es conveniente hacer mención de una obra que se considera un hito de la literatura en América, como es el Güegüense, esta obra que en el 2005 fue proclamada Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por Decreto de la UNESCO es una comedia-bailete que ha venido convirtiéndose en la representación de la actitud y el comportamiento nicaragüense que además como expresa Jorge Eduardo Arellano “funde el teatro y la danza, la denuncia social y el elemento lírico, el lenguaje formalista y el procaz, la resignación y el insulto, la conciencia rebelde y el pacto cómplice; asimismo, logra a la perfección al protagonista, producto del ser esencialmente mestizo”. Este es el preámbulo de la literatura nicaragüense, que además comparte espacio con los informes de carácter civil y las crónicas de los viajeros del viejo mundo.
Es a finales del siglo XIX y principios del siglo XX cuando personajes distinguidos comienzan a resaltar en los cenáculos literarios de la época, entre ellos cabe destacar la figura del Príncipe de las Letras Castellanas, fundador del movimiento moderno en la Literatura Universal, Rubén Darío, quien desde niño deslumbró con su audaz genio; el hecho de que un país pobre, desde la oscuridad del siglo XIX, haya sido capaz de dar un genio universal de su calibre, representa una síntesis, y a la vez un impulso que habrá de marcar e Nicaragua como entidad nacional.
➤ Azul… fue publicado en Valparaíso, Chile, el 30 de julio de 1888. El título le viene probablemente de un poema de Víctor Hugo: “El arte es el azul”.
Darío no es únicamente el poeta de América, sino el poeta universal que cantó a todos los valores de la humanidad. Y un visionario que supo cantar y prever el futuro de América. Su obra literaria trasciende lo hispano para insertarse en el contexto mundial de la literatura de la más excelsa calidad. Preñada de profundos aires de renovación y cambio, la poesía de Darío enriqueció, renovó y perfeccionó nuestra hermosa lengua española.
Así mismo, le siguen las figuras de los postmodernistas quienes brindaron a Nicaragua exquisitas obras, estos tres grandes apuntalaron de manera vigorosa el proceso orgánico fundado con Darío: Azarías H. Pallais, Alfonso Cortés y Salomón de la Selva, cada uno de su unicidad vislumbraron y procrearon obras que enriquecieron el bagaje literario del país.
A la vanguardia encontramos figuras que vinieron a reforzar este campo: José Coronel Urtecho, poeta, narrador, ensayista, historiador, y conversador ingenioso e inagotable. Luis Alberto Cabrales, crítico literario, ensayista, pedagogo, periodista y duro polemista. Pablo Antonio Cuadra, con un gran sustrato literario poético, Alberto Ordóñez y Joaquín Pasos, Manolo Cuadra y Ernesto Mejía Sánchez, Carlos Martínez Rivas y Ernesto Cardenal, por mencionar a algunos con los cuales ahondaremos más en otra entrada dado que es un tema demasiado amplio para abarcar. Quedando al pendiente mencionar a personajes como Guillermo Rothschuh Tablada, Fernando Silva, Raúl Elvir, Mario Cajina-Vega, Octavio Robleto, Claribel Alegría, Horacio Peña, Beltrán Morales, Rosario Aguilar, Lizandro Chávez, Gioconda Belli y nuestro Premio Alfagüara y Premio Cervantes Sergio Ramírez Mercado, entre otros.
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